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Mons. Víctor Fernández: “No me atrevería a salir a festejar por el 'no' al aborto”

No me atrevería a salir a festejar por el ‘no’ al aborto, porque creo que ni los legisladores ni la sociedad en general pueden irse a dormir tranquilos”, escribió el arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, en una reflexión publicada en su cuenta de Facebook tras el rechazo del proyecto de legalización en el Senado. 

“Todavía no se ha discutido cómo haremos para acompañar los embarazos no deseados, para ayudar a las mujeres con problemas a no tener que llegar al extremo del aborto, para facilitar la adopción, para prevenir el embarazo adolescente, para fomentar una paternidad responsable, para mejorar el acceso a la salud de las mujeres pobres (son muchas más las que mueren por llegar al parto desnutridas o enfermas que las que mueren por aborto)”, sostuvo. 

“Tanto la sociedad como la Iglesia hemos hecho poco en estos temas, aunque hay que reconocer que en la Iglesia han crecido los grupos que acompañan a las mujeres que abortaron para que recuperen la paz, y los curas villeros han creado lugares para acompañar los embarazos no deseados”, destacó. 

El prelado platense consideró que “si para algo sirvió este debate, es para reconocer las tareas pendientes”. 

Texto de la reflexión 
Doy gracias a los senadores que han recordado que representan al pueblo de sus provincias, fieles al federalismo que justifica la existencia de una cámara de senadores. De hecho, los senadores del norte no votan a favor de los niños por nacer porque los hayan presionado los curas, sino por la presión del pueblo que ellos deben representar. 

Y pido respeto para el pueblo norteño, que no merece ser tratado de atrasado o de oscurantista porque ama la vida de los pequeños. 

Por otra parte, agradezco que no se haya caído en el falso argumento que sostiene que tienen más derechos los más desarrollados (los ya nacidos), hasta el punto de quitar la vida impunemente a los menos desarrollados (los que todavía no nacieron). Si sacamos todas las consecuencias de esa lógica del “desarrollo” los discapacitados o los menos inteligentes tendrían menos dignidad humana que los demás, y el interés de los más fuertes justificaría el avasallamiento de sus derechos. 

Sin embargo, no me atrevería a salir a festejar por el “no” al aborto, porque creo que ni los legisladores ni la sociedad en general pueden irse a dormir tranquilos. Todavía no se ha discutido cómo haremos para acompañar los embarazos no deseados, para ayudar a las mujeres con problemas a no tener que llegar al extremo del aborto, para facilitar la adopción, para prevenir el embarazo adolescente, para fomentar una paternidad responsable, para mejorar el acceso a la salud de las mujeres pobres (son muchas más las que mueren por llegar al parto desnutridas o enfermas que las que mueren por aborto). 

Tanto la sociedad como la Iglesia hemos hecho poco en estos temas, aunque hay que reconocer que en la Iglesia han crecido los grupos que acompañan a las mujeres que abortaron para que recuperen la paz, y los curas villeros han creado lugares para acompañar los embarazos no deseados. 

Si para algo sirvió este debate, es para reconocer las tareas pendientes.
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