El Papa Francisco pide a parroquias "abrir las puertas y dejar que Jesús pueda salir"
VATICANO, 03 May. 14 / .- Al recibir hoy en audiencia en el Aula Pablo VI a cerca de siete mil miembros de la Acción Católica Italiana, que concluyó si XV Asamblea Nacional, el Papa Francisco pidió a las parroquias abrir las puertas para que "Jesús pueda salir" y alentó a los laicos a “permanecer en Jesús, ir a los confines y vivir la alegría de la pertenencia cristiana”.
El Santo Padre señaló que la alegría pascual es la alegría “de los discípulos en el encuentro con Cristo resucitado y esta alegría necesita ser interiorizada, dentro de un estilo evangelizador capaz de incidir en la vida”.
“En el actual contexto social y eclesial, ustedes, laicos de la Acción Católica son llamados a renovar la elección misionera, abierta a los horizontes que el Espíritu indica a la Iglesia y expresión de una nueva juventud del apostolado laical. Ésta es una elección misionera: todo en clave misionera”.
El Papa señaló que esta elección misionera es necesaria “sobre todo las parroquias, especialmente aquellas marcadas por el cansancio y la cerrazón, y hay tantas. Parroquias cansadas, parroquias cerradas… ¡hay!”.
“Cuando yo saludo a las secretarias parroquiales, les pregunto: ¿pero usted es secretaria de aquellas que abren la puerta o de aquellas que cierran la puerta? Estas parroquias necesitan de su entusiasmo apostólico, de su plena disponibilidad y de su servicio creativo”.
Francisco subrayó que las parroquias deben “abrir las puertas y dejar que Jesús pueda salir. ¡Tantas veces tenemos a Jesús encerrado en las parroquias con nosotros y nosotros no salimos y no dejamos que Él salga!”.
“¡Abrir las puertas para que Él salga, al menos Él! Se trata de una Iglesia ‘en salida’: siempre una Iglesia en salida”.
El Papa les entregó “tres verbos” a los miembros de Acción Católica, “que pueden constituir, para todos ustedes, un tramo de camino”.
“El primero es: permanecer. Pero no permanecer cerrados, no. Permanecer, ¿en qué sentido? Permanecer con Jesús, permanecer gozando de su compañía. Para ser anunciadores y testigos de Cristo se necesita permanecer sobre todo cercanos a Él”.
Francisco indicó que “es a partir del encuentro con Aquel que es nuestra vida y nuestra alegría, que nuestro testimonio adquiere, cada día, un nuevo significado y una fuerza nueva. Permanecer en Jesús, permanecer con Jesús”.
El segundo verbo, dijo, es “ir. Por favor, jamás una Acción Católica inmóvil. No detenerse: ¡avanzar!”.
“Ir por las calles de sus ciudades y de sus países y anunciar que Dios es Padre y que Jesucristo se los ha hecho conocer, y por esto su vida ha cambiado: se puede vivir como hermanos, llevando dentro una esperanza que no desilusiona”.
El último verbo, dijo el Papa, es “alegrarse. Alegrarse y exultar siempre en el Señor. Ser personas que cantan a la vida, que proclaman la fe”.
“Esto es importante: no sólo recitar el Credo, recitar la fe, conocer la fe: proclamar la fe. Decir la fe, vivir la fe con alegría se llama ‘cantar la fe’, y esto no lo digo solo yo. Esto lo dijo hace 1600 años San Agustín: cantar la fe. Personas capaces de reconocer los propios talentos y los propios límites, que saben ver en las propias jornadas, también en aquellas más oscuras, los signos de la presencia del Señor”.
El Papa indicó que “con estos tres comportamientos, permanecer en Jesús, ir a los confines y vivir la alegría de la pertenencia cristiana, podrán llevar adelante su vocación y evitar la tentación de la ‘quietud’, que no tiene nada que ver con el permanecer en Jesús, evitar la tentación de la cerrazón y aquella del intimismo, tan edulcorada, desagradable por más dulce que sea, aquella del intimismo… Y si ustedes ‘van adelante’, no caerán en esta tentación”.
“Y también evitar la tentación de la seriedad formal. Con este permanecer en Jesús, ir a los confines, vivir la alegría evitando estas tentaciones, evitarán de llevar adelante una vida más parecida a estatuas de museo que de personas llamadas por Jesús a vivir y a difundir la alegría del Evangelio”.
Francisco alentó a pedirle al Señor “para cada uno de nosotros, ojos que sepan ver más allá de la apariencia, orejas que sepan oír los gritos, susurros y también los silencios, manos que sepan sostener, abrazar, cuidar”.
“Pidamos sobre todo un corazón grande y misericordioso, que desea el bien y la salvación de todos. Los acompañe en el camino María Inmaculada y también mi bendición”.
“Les agradezco porque sé que rezan por mí”, les dijo, para luego invitarlos a “rezarle a la Virgen, que es nuestra Madre, y que nos acompañará en este camino. La Virgen siempre iba detrás de Jesús, hasta el final: lo acompañaba
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