El Papa a los miembros de la Centesimus Annus: el empresario cristiano debe conjugar Evangelio y realidad y poner en primer lugar a la persona y al bien común
(actualizado con video y audio) El Santo Padre Francisco recibió también en audiencia este sábado a los miembros de la Fundación Centesimus Annus-Pro Pontifice. En su discurso habló de los desafíos que está afrontando en esta etapa de crisis económica la fundación, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia. El Papa les dio las gracias por “trabajar sobre el valor de la solidaridad”:
“En el sistema económico actual - y en el modo de pensar que genera - la palabra "solidaridad" se ha convertido en un inconveniente, incluso molesto. La crisis de los últimos años, que tiene causas profundas de orden ético, ha incrementado esta "alergia" a palabras como solidaridad, distribución equitativa de los bienes, prioridad del trabajo... Y la razón es que no se puede -o no se quiere - estudiar realmente cómo estos valores éticos pueden concretarse en valores económicos, es decir, pueden provocar dinámicas virtuosas en la producción, en el trabajo, en el comercio, en las mismas finanzas”.
Y esto es precisamente lo que intentan hacer ustedes teniendo juntos el aspecto teórico y el aspecto práctico, el pensamiento del empresario y su experiencia.
“En particular, se recomienda al empresario cristiano conjugar siempre el Evangelio con la realidad en la que opera; y el Evangelio le pide poner en primer lugar a la persona humana y al bien común, hacer todo lo posible para asegurarse de que haya oportunidades de trabajo, y de trabajo digno. Por supuesto, esta "empresa" no se puede hacer de manera aislada, sino en colaboración con otras personas que comparten la base ética y tratando de ampliar lo más posible estas redes”.
La comunidad cristiana -la parroquia, la diócesis, las asociaciones - es el lugar donde el empresario, y también el político, el sindicalista, los profesionales, sacan la savia para alimentar su compromiso y reflexionan con los hermanos. “Esto es esencial -dijo el Papa-, porque el ambiente de trabajo a veces se vuelve estéril, hostil, inhumano. La crisis pone a dura prueba la esperanza de los empresarios; y no hay que abandonar a los que están en más dificultad”.
“Queridos amigos de la Centesimus Annus, -terminó su discurso Francisco: con la ayuda de Dios y de la Iglesia, ustedes pueden dar testimonio eficaz en su campo, porque no traen solo palabras y discursos, sino que traen la experiencia de las personas y de las empresas que buscan implementar de manera efectiva los principios éticos cristianos en la situación actual del mundo del trabajo”.
“En el sistema económico actual - y en el modo de pensar que genera - la palabra "solidaridad" se ha convertido en un inconveniente, incluso molesto. La crisis de los últimos años, que tiene causas profundas de orden ético, ha incrementado esta "alergia" a palabras como solidaridad, distribución equitativa de los bienes, prioridad del trabajo... Y la razón es que no se puede -o no se quiere - estudiar realmente cómo estos valores éticos pueden concretarse en valores económicos, es decir, pueden provocar dinámicas virtuosas en la producción, en el trabajo, en el comercio, en las mismas finanzas”.
Y esto es precisamente lo que intentan hacer ustedes teniendo juntos el aspecto teórico y el aspecto práctico, el pensamiento del empresario y su experiencia.
“En particular, se recomienda al empresario cristiano conjugar siempre el Evangelio con la realidad en la que opera; y el Evangelio le pide poner en primer lugar a la persona humana y al bien común, hacer todo lo posible para asegurarse de que haya oportunidades de trabajo, y de trabajo digno. Por supuesto, esta "empresa" no se puede hacer de manera aislada, sino en colaboración con otras personas que comparten la base ética y tratando de ampliar lo más posible estas redes”.
La comunidad cristiana -la parroquia, la diócesis, las asociaciones - es el lugar donde el empresario, y también el político, el sindicalista, los profesionales, sacan la savia para alimentar su compromiso y reflexionan con los hermanos. “Esto es esencial -dijo el Papa-, porque el ambiente de trabajo a veces se vuelve estéril, hostil, inhumano. La crisis pone a dura prueba la esperanza de los empresarios; y no hay que abandonar a los que están en más dificultad”.
“Queridos amigos de la Centesimus Annus, -terminó su discurso Francisco: con la ayuda de Dios y de la Iglesia, ustedes pueden dar testimonio eficaz en su campo, porque no traen solo palabras y discursos, sino que traen la experiencia de las personas y de las empresas que buscan implementar de manera efectiva los principios éticos cristianos en la situación actual del mundo del trabajo”.
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