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El Papa recibió a los obispos del sur de África, de los cuales uno es argentino

Los obispos de la Conferencia Episcopal de Sudáfrica, y los de la República de Botsuana y los del Reino de Suazilandia que concluyeron su visita ad limina fueron recibidos esta mañana por el papa Francisco, quien les entregó el texto de su discurso en el que recuerda -según informó el Vatican Information Service- la ardua labor de los misioneros y de los hombres y mujeres de esos países para sembrar las semillas de la fe y salir al encuentro de las gentes en las aldeas, pueblos y ciudades y, especialmente en los municipios urbanos en expansión constante. 

En este sentido el Papa subraya el florecimiento de las parroquias que prosperan a pesar de los obstáculos que suponen las grandes distancias entre las comunidades y la escasez de recursos materiales y elogia el esfuerzo en la preparación de diáconos permanentes y catequistas laicos que ayudan al clero allí donde los sacerdotes son pocos. 

Entre los obispos presentes se hallaba un argentino, monseñor José Luis Gerardo Ponce de León, de 52 años, misionero de la Consolata, obispo de Manzini, en Suazilandia, y administrador apostólico sede vacante et ad nutum Sanctae Sedis del Vicariato Apostólico de Inguavuma, quien conoce al Papa Francisco desde cuando era arzobispo de Buenos Aires. 

“Los sacerdotes, los religiosos y las religiosas -escribió el Santo Padre- son una mente y un corazón solo a la hora de servir a los hijos e hijas de Dios más vulnerables: viudas, madres solteras, divorciados, niños en situación de riesgo y especialmente a los varios millones de huérfanos del SIDA, muchos de los cuales son cabezas de familia en las zonas rurales”. 

El Papa señala que, a pesar de las dificultades de las comunidades católicas, minoritarias en países donde hay diversas religiones, los católicos comparten “la riqueza y la alegría del Evangelio con todos los que tienen a su alrededor” y pide a Dios que sigan “perseverando en la construcción del Reino de Dios con sus vidas que dan testimonio de la verdad y con la obra de sus manos que alivia los sufrimientos de tantas personas”. 

Seguidamente aborda los desafíos pastorales que, según narraron los obispos, enfrentan sus comunidades, como la disminución de la natalidad que repercute en la escasez de vocaciones, el alejamiento de la Iglesia para seguir a otros grupos que parecen prometer algo mejor, el aborto que 'agrava el dolor de muchas mujeres que ahora llevan consigo profundas heridas físicas y espirituales después de sucumbir a las presiones de una cultura secular que devalúa el regalo de Dios de la sexualidad y el derecho a la vida del no nacido' y el aumento de separaciones y divorcios incluso en muchas familias cristianas lo que conlleva que los niños “con frecuencia no crezcan en un ambiente familiar estable”. 

“También observamos con gran preocupación, y sólo podemos lamentar -añade- un incremento de la violencia contra las mujeres y los niños. Todas estas realidades amenazan la santidad del matrimonio, la estabilidad de la vida en el hogar y, en consecuencia, la vida de la sociedad en su conjunto. En este mar de dificultades, nosotros obispos y sacerdotes debemos dar un testimonio coherente de la enseñanza moral del Evangelio”. 

El Papa aprecia la unión de los obispos con sus pueblos y su solidaridad con el gran número de desempleados. “La mayor parte de la gente -dice- puede identificarse con Jesús, que era pobre y marginado, que no tenía dónde recostar la cabeza” y pide a los prelados que junto con la ayuda material que ya brindan no se olviden de dar también una mayor asistencia espiritual acompañada por una sólida guía moral. También se refiere a la disminución de los sacerdotes y seminaristas e invoca la promoción de vocaciones auténticas en cada territorio, la selección prudente de los candidatos al sacerdocio, una formación esmerada y el acompañamiento atento después de su ordenación. 

Asimismo invita a redescubrir el sacramento de la reconciliación “como una dimensión fundamental de la vida de la gracia” y subraya que “el matrimonio cristiano es una alianza de amor para toda la vida entre un hombre y una mujer que implica sacrificios reales para alejarse de las nociones ilusorias de la libertad sexual y fomentar la fidelidad conyugal” y manifiesta su aprecia por los programas de preparación para el matrimonio que en esos países dan a los jóvenes “una nueva esperanza para su futuro como esposos y esposas, padres y madres”. 

Por último habla de la preocupación de los prelados por la “ruptura de los principios morales cristianos que conlleva una creciente tentación de colusión con la deshonestidad” y que los obispos trataron en una declaración pastoral sobre la corrupción en la que señalaban que “la corrupción es el robo a los pobres, perjudica a los más vulnerables, repercute en toda la comunidad, destruye la confianza”. 

“La comunidad cristiana -concluye- está llamada a ser coherente en su testimonio de las virtudes de la honestidad y la integridad, para que podamos estar ante el Señor y nuestros vecinos con las manos limpias y el corazón puro, como fermento del Evangelio en la vida de la sociedad. Con este imperativo moral en mente, se que ustedes seguirán haciendo frente a ésta y otras preocupaciones sociales graves, como la difícil situación de los refugiados y los migrantes. ¡Que estos hombres y mujeres sean siempre recibidos por nuestras comunidades católicas, encontrando en ellas corazones y hogares abiertos en su intento de comenzar una nueva vida!”.+

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