El pensamiento del Papa por la paz en la República Centroafricana y su llamamiento a que la humanidad entienda que la guerra es una locura
- (Con audio) Después de rezar a la Made de Dios, y antes de saludar a los diversos grupos de peregrinos presentes, el Papa Bergoglio dirigió un pensamiento especial a la República Centroafricana que desea la paz. Al recordar que en esta nación está a punto de comenzar la Misión anhelada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a fin de lograr su pacificación y proteger a la población civil, que está sufriendo gravemente las consecuencias de los conflictos en curso, el Santo Padre dijo:
Mañana, en la República Centroafricana, oficialmente se dará inicio a la Misión anhelada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para buscar la pacificación de este país y proteger a la población civil, que está sufriendo gravemente las consecuencias de los conflictos en curso.
Mientras les aseguro el compromiso y la oración de la Iglesia católica, animo el esfuerzo de la Comunidad Internacional, que sale en ayuda de los centroafricanos de buena voluntad. Que lo antes posible la violencia ceda el paso al diálogo; que los despliegues opuestos dejen de lado los intereses particulares y se preocupen para que cada ciudadano, perteneciente a cualquier etnia y religión, pueda colaborar para la edificación del bien común. ¡Que el Señor acompañe este trabajo por la paz!
Ayer fui a Redipuglia (Italia), al cementerio austro-húngaro y al cementerio monumental militar, allí oré por los muertos a causa de la gran guerra, los números son aterradores, se habla de alrededor de ocho millones de jóvenes soldados caídos y de casi siete millones de civiles. Esto nos hace entender que la guerra es una locura, una locura de la cual la humanidad todavía no ha aprendido la lección, porque después de esa, hubo otra segunda guerra mundial, y tantas otras que hoy aún están en curso. Pero, ¿cuándo aprenderemos, cuándo aprenderemos nosotros esta lección? Invito a todos a mirar a Jesús crucificado para entender que el odio y el mal son derrotados con el perdón y el bien, para comprender que la respuesta de la guerra aumenta sólo el mal y la muerte.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Saludos del Santo Padre Francisco
Queridos hermanos y hermanas:
Mañana, en la República Centro Africana, oficialmente se dará inicio a la Misión anhelada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para buscar la pacificación de este país y proteger a la población civil, que está sufriendo gravemente las consecuencias de los conflictos en curso.
Mientras les aseguro el compromiso y la oración de la Iglesia católica, animo el esfuerzo de la Comunidad Internacional, que sale en ayuda de los Centroafricanos de buena voluntad. Que lo antes posible la violencia ceda el paso al diálogo; que los despliegues opuestos dejen de lado los intereses particulares y se preocupen para que cada ciudadano, perteneciente a cualquier etnia y religión, pueda colaborar para la edificación del bien común. ¡Que el Señor acompañe este trabajo por la paz!
Ayer fui a Redipuglia (Italia), al cementerio austro-húngaro y al cementerio monumental militar, allí oré por los muertos a causa de la gran guerra, los números son aterradores, se habla de alrededor de ocho millones de jóvenes soldados caídos y de casi siete millones de civiles. Esto nos hace entender que la guerra es una locura, una locura de la cual la humanidad todavía no ha aprendido la lección, porque después de esa, hubo otra segunda guerra mundial, y tantas otras que hoy aún están en curso. Pero, ¿cuándo aprenderemos, cuándo aprenderemos nosotros esta lección? Invito a todos a mirar a Jesús crucificado para entender que el odio y el mal son derrotados con el perdón y el bien, para comprender que la respuesta de la guerra aumenta sólo el mal y la muerte.
Y ahora los saludo cordialmente a todos ustedes, fieles romanos y peregrinos procedentes de Italia y de diversos países.
Saludo en especial a “Los amigos de Santa Teresita y de Madre Elisabeth” de Colombia; a los fieles de Sotto il Monte Giovanni XXIII, Messina, Génova, Collegno y Spoleto, y al coro juvenil de Trebaseleghe (Padua).
Saludo a los representantes de los trabajadores del Grupo IDI y a los seguidores del Movimiento Arcoíris Santa María Dolorosa.
Les pido por favor que recen por mí.
A todos les deseo buen domingo y buen almuerzo. ¡Hasta pronto!
(Traducción de Renato Martínez – RV).
Mañana, en la República Centroafricana, oficialmente se dará inicio a la Misión anhelada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para buscar la pacificación de este país y proteger a la población civil, que está sufriendo gravemente las consecuencias de los conflictos en curso.
Mientras les aseguro el compromiso y la oración de la Iglesia católica, animo el esfuerzo de la Comunidad Internacional, que sale en ayuda de los centroafricanos de buena voluntad. Que lo antes posible la violencia ceda el paso al diálogo; que los despliegues opuestos dejen de lado los intereses particulares y se preocupen para que cada ciudadano, perteneciente a cualquier etnia y religión, pueda colaborar para la edificación del bien común. ¡Que el Señor acompañe este trabajo por la paz!
Ayer fui a Redipuglia (Italia), al cementerio austro-húngaro y al cementerio monumental militar, allí oré por los muertos a causa de la gran guerra, los números son aterradores, se habla de alrededor de ocho millones de jóvenes soldados caídos y de casi siete millones de civiles. Esto nos hace entender que la guerra es una locura, una locura de la cual la humanidad todavía no ha aprendido la lección, porque después de esa, hubo otra segunda guerra mundial, y tantas otras que hoy aún están en curso. Pero, ¿cuándo aprenderemos, cuándo aprenderemos nosotros esta lección? Invito a todos a mirar a Jesús crucificado para entender que el odio y el mal son derrotados con el perdón y el bien, para comprender que la respuesta de la guerra aumenta sólo el mal y la muerte.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Saludos del Santo Padre Francisco
Queridos hermanos y hermanas:
Mañana, en la República Centro Africana, oficialmente se dará inicio a la Misión anhelada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para buscar la pacificación de este país y proteger a la población civil, que está sufriendo gravemente las consecuencias de los conflictos en curso.
Mientras les aseguro el compromiso y la oración de la Iglesia católica, animo el esfuerzo de la Comunidad Internacional, que sale en ayuda de los Centroafricanos de buena voluntad. Que lo antes posible la violencia ceda el paso al diálogo; que los despliegues opuestos dejen de lado los intereses particulares y se preocupen para que cada ciudadano, perteneciente a cualquier etnia y religión, pueda colaborar para la edificación del bien común. ¡Que el Señor acompañe este trabajo por la paz!
Ayer fui a Redipuglia (Italia), al cementerio austro-húngaro y al cementerio monumental militar, allí oré por los muertos a causa de la gran guerra, los números son aterradores, se habla de alrededor de ocho millones de jóvenes soldados caídos y de casi siete millones de civiles. Esto nos hace entender que la guerra es una locura, una locura de la cual la humanidad todavía no ha aprendido la lección, porque después de esa, hubo otra segunda guerra mundial, y tantas otras que hoy aún están en curso. Pero, ¿cuándo aprenderemos, cuándo aprenderemos nosotros esta lección? Invito a todos a mirar a Jesús crucificado para entender que el odio y el mal son derrotados con el perdón y el bien, para comprender que la respuesta de la guerra aumenta sólo el mal y la muerte.
Y ahora los saludo cordialmente a todos ustedes, fieles romanos y peregrinos procedentes de Italia y de diversos países.
Saludo en especial a “Los amigos de Santa Teresita y de Madre Elisabeth” de Colombia; a los fieles de Sotto il Monte Giovanni XXIII, Messina, Génova, Collegno y Spoleto, y al coro juvenil de Trebaseleghe (Padua).
Saludo a los representantes de los trabajadores del Grupo IDI y a los seguidores del Movimiento Arcoíris Santa María Dolorosa.
Les pido por favor que recen por mí.
A todos les deseo buen domingo y buen almuerzo. ¡Hasta pronto!
(Traducción de Renato Martínez – RV).
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