La presencia viva de Jesús nos hace hermanos
(Audio) Una clave esencial de la comunidad es que Jesús –que nos junta y en el que creemos-, no está ausente, sino que está presente en medio de sus discípulos misioneros. La presencia de Jesús resucitado con su Espíritu de amor, suscita en la comunidad la caridad fraterna. Y la misma caridad defiende del mal a la comunidad.
“Yo me imagino a Jesús más grande, abrazando a todos sus discípulos y soplando en ellos su Espíritu de Amor. A la vez que los estrecha en su abrazo, los defiende” dice Beatriz.
Hugo Vázquez expresa: “Cuando Jesús en el Evangelio dice ‘Donde dos o mas se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos’, me impresiona mucho que sea el mismo Jesús el que lo dice”.
Es verdad, que Jesús resucitado está presente en la comunidad de creyentes, no lo dice un obispo, un gran predicador o un teólogo sabio, sino el mismo Jesús en el Evangelio, hablando con sus discípulos, en el capítulo 18 en el que Mateo habla de la comunidad. Es el mismo Jesús, el que nos revela y asegura su presencia entre nosotros, cuando nos unimos para rogar algo al Padre en su nombre.
Y la misteriosa presencia de Jesús resucitado, suscita la salida del propio egoísmo para ir al hermano con la caridad fraterna y hacer con él comunidad.
Por eso, si un hermano peca, Jesús nos pide que no dejemos que continúe dañándose a si mismo y a los demás con su pecado. Eso sería una falta de caridad. Si se lo quiere, hay que ejercitar la corrección fraterna.
Pero, en la pedagogía con el pecador que Jesús indica, queda claro que si este hermano no acepta la corrección fraterna y no quiere cambiar de actitud, es él mismo el que se auto excluye de la comunidad, se pone a fuera. Y por eso Jesús defendiendo la comunidad de discípulos misioneros dice: “Entonces trátalo como a un pagano o publicano”.
Padre que escuchas a cuantos se ponen de acuerdo para pedirte cualquier cosa en nombre de tu Hijo, danos un corazón y un espíritu nuevo, para que nos hagamos sensibles a la suerte de cada hermano nuestro, según el mandamiento del amor.
“Yo me imagino a Jesús más grande, abrazando a todos sus discípulos y soplando en ellos su Espíritu de Amor. A la vez que los estrecha en su abrazo, los defiende” dice Beatriz.
Hugo Vázquez expresa: “Cuando Jesús en el Evangelio dice ‘Donde dos o mas se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos’, me impresiona mucho que sea el mismo Jesús el que lo dice”.
Es verdad, que Jesús resucitado está presente en la comunidad de creyentes, no lo dice un obispo, un gran predicador o un teólogo sabio, sino el mismo Jesús en el Evangelio, hablando con sus discípulos, en el capítulo 18 en el que Mateo habla de la comunidad. Es el mismo Jesús, el que nos revela y asegura su presencia entre nosotros, cuando nos unimos para rogar algo al Padre en su nombre.
Y la misteriosa presencia de Jesús resucitado, suscita la salida del propio egoísmo para ir al hermano con la caridad fraterna y hacer con él comunidad.
Por eso, si un hermano peca, Jesús nos pide que no dejemos que continúe dañándose a si mismo y a los demás con su pecado. Eso sería una falta de caridad. Si se lo quiere, hay que ejercitar la corrección fraterna.
Pero, en la pedagogía con el pecador que Jesús indica, queda claro que si este hermano no acepta la corrección fraterna y no quiere cambiar de actitud, es él mismo el que se auto excluye de la comunidad, se pone a fuera. Y por eso Jesús defendiendo la comunidad de discípulos misioneros dice: “Entonces trátalo como a un pagano o publicano”.
Padre que escuchas a cuantos se ponen de acuerdo para pedirte cualquier cosa en nombre de tu Hijo, danos un corazón y un espíritu nuevo, para que nos hagamos sensibles a la suerte de cada hermano nuestro, según el mandamiento del amor.
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