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Fue consagrado el nuevo obispo auxiliar de Lomas de Zamora, Mons. Torres Carbonell

En una solemne celebración eucarística que presidió el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Rubén Lugones SJ, en la catedral Nuestra Señora de la Paz el viernes 27 de febrero a las 19, recibió la ordenación episcopal el nuevo obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Martín Torres Carbonell, a quien el papa Francisco había designado para este ministerio el 21 de noviembre de 2014. 

Actuó como obispo consagrante principal monseñor Lugones, y obispos coconsagrantes fueron fueron el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli; el obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Vázquez; el obispo de San Justo, monseñor Eduardo García; y el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, monseñor Joaquín Sucunza. 

La misa de ordenación contó con la presencia del nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, y fue concelebrada por una veintena de obispos de diversas diócesis del país, y por sacerdotes de la diócesis de Lomas de Zamora y de la arquidiócesis de Buenos Aires, ya que monseñor Torres Carbonell, hasta su nombramiento, se desempeñaba como párroco del santuario de San Cayetano, del barrio porteño de Liniers. 

Alocución de Mons. Torres Carbonell 
“Estoy viviendo la invitación de Jesús a seguirlo otra vez; la del domingo después de la fiesta del Bautismo: “vieron donde vivía y se quedaron con Él” (Jn 1,35). Hoy doy esta respuesta aquí en Lomas, quedándome entre ustedes”, comenzó diciendo monseñor Torres Carbonell, en su alocución pronunciada antes de finalizar la misa de ordenación episcopal. 

Tras dar gracias a los miembros de su familia, el nuevo obispo se refirió a su comienzo de la vocación sacerdotal: “Crecimos -expresó- en la parroquia del Socorro con la fuerte vivencia del compromiso social de la década del setenta, que nos llevó a la Villa 31, a Santiago del Estero, y luego con la luminosa primera peregrinación juvenil a Luján que nos marcó la vida a muchos de los que estamos aquí, porque nos llevó a unos al seminario y a otros a formar grandes familias”. 

Se refirió después a lo que llamó “el eje de sus años juveniles, la Virgen de Luján, con la enseñanza profética del padre Tello y con la peregrinación, que sigue vigente”, todo lo cual, confesó, le enseñó a asomarse “a la fe que está en el corazón del pueblo y que creo estamos llamados a mirar y a estar cerca, desde Aparecida y Evangelii Gaudium”, sintetizado en el lema “Para acompañar los pasos del pueblo peregrino”. “Acompañar -agregó-, dándonos tiempo para otros pasos que requieren paciencia, oído atento y acompañar procesos sin avasallarlos. Eso pido seguir haciendo, lo aprendí y hoy quiero volver a hacer esta consagración”. 

Tras mencionar todas las parroquias de Buenos Aires y del interior, incluyendo los santuarios de San Cayetano y Luján, “donde crecí como seminarista y luego cura”, se manifestó “un bendecido por haber crecido con los que peregrinan a estos lugares de misericordia. Donde aprendemos siempre: mirando, escuchando, recibiendo la vida que llega y pide ser bendecida”, por eso, señaló, “sigo yendo a Luján, donde está la fe de nuestro pueblo”. 

“Soy un porteño en salida -expresó en otro momento de su alocución-, hoy en Lomas para lo que haga falta: visitar, acompañar, rezar juntos, tomar mate; humildemente, aquí estoy. Francisco, que me acompañó, que me ayudó a crecer como cura, hoy me llama para esta tarea junto a otros dos Jorge. Gracias monseñor (Jorge) Lugones por ordenarme y aceptarme a tu lado. Y gracias Jorge II (por monseñor Jorge Vázquez, obispo auxiliar de Lomas de Zamora). Veremos cómo la inventiva de la gente nos distingue. 

Concluyó su alocución con un agradecimiento “a la Compañía de Jesús que me formó en el Colegio del Salvador; a Francisco, a nuestro obispo diocesano y a mi sobrino Fran, aquí presente, jesuita también”.

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